Se dice que es muy fácil aprender a jugar al póker. Lo difícil, como en la mayoría de juegos de azar, es volverse bueno. Convertirse en un maestro del póker es un objetivo muy interesante y también muy difícil. Es importante que comencemos con buen pie, teniendo claro que el póker es un juego complejo, donde pueden darse millones de combinaciones diferentes, conjuntado con cualquier tipo de perfil de jugadores. Además, no siempre jugaremos contra una sola persona, sino que muchas veces jugaremos en grupo, contra varios jugadores, con lo cual la dinámica de juego cambiará totalmente.
Las estrategias en el póker derivan de ideas muy simples. ¿Quiero mostrarme agresivo, lanzado, asustar al rival, que crea que siempre iré a por todas y que tengo siempre total seguridad en mi juego y una suerte endiablada?. ¿O quiero parecer un jugador novato, inseguro, con mala suerte, frustrado y que cometo equivocaciones?. ¿Soy un jugador frío que pienso antes de dar un paso y siempre atraigo a los jugadores a mi terreno, jugando sobre seguro?. ¿Quiero ir a por todas, y adoptar una estrategia que me podría hacer perder mucho, pero también ganar grandes botes?. ¿O mejor prefiero ir a por botes pequeños, arriesgando menos pero también ganado menos?.
Todas estas preguntas son importantes a la hora de definir qué tipo de jugadores seremos. Incluso existe una estrategia, llamada random o aleatoria, que consiste en ir cambiando nuestra estrategia sobre la marcha, y volvernos impredecibles. A veces agresivos, a veces recatados, a veces apretados, a veces sueltos, lo importante es desbalancear al rival, y que no sepa por donde saldremos.
Una vez dominadas las reglas y adoptada una estrategia, llega el turno de aprender a leer a los rivales, y ocultar nuestros sentimientos. Es fundamental que procuremos cultivarnos en el arte de leer los sentimientos de los otros jugadores, y actuar en consecuencia. No sólo debemos estudiar a los demás, es fundamental que aprendamos a ocultar nuestra expresión y lenguaje corporal. Traicionar nuestros sentimientos en según que momento puede costarnos muchos disgustos.
Nos puede ayudar mucho, para conseguir ir mejorando, contar con algún jugador de un nivel superior al nuestro, que nos ayude y aconseje. Podrá jugar con nosotros o mantenerse fuera de la partida y analizarnos, para luego criticar nuestra forma de juego, o nuestra forma de comportarnos, ya que analizarnos a nosotros mismos es aún más difícil que analizar a los contrarios. Si hemos dicho o actuado de forma incorrecta, si ha trascendido nuestra felicidad al conseguir buenas cartas o nuestra preocupación al recibir cartas malas, si podríamos haber sacado más partido de una situación positiva o haber controlado más los daños causados por una situación adversa, todo esto será más fácil si alguien nos ayuda y, desinteresadamente, nos evalúa.
Está claro que volverse un buen jugador, incluso un maestro, lleva su tiempo, es un camino arduo y complicado, pero interesantísimo y muy reconfortante. Y lo mejor de todo, realmente no es un objetivo imposible, sólo necesitamos perseverancia y espíritu de superación.